Separarnos es lo mejor

El 17 de Mayo de 2022 (actualizado el 15 de junio) Eldiario.es publicó “’Separarnos es lo mejor’: la nueva campaña de Murcia para mejorar la cadena del reciclaje desde los hogares”, donde abordaba una campaña publicitaria emprendida con motivo del Día del Reciclaje. A mí no me queda claro quién emprendía dicha campaña.

El citado documento, afirma que “el Ayuntamiento de Murcia y PreZero están llevando a cabo diferentes acciones de educación ambiental”. PreZero es la empresa concesionaria de los servicios de limpieza de Murcia. Por otra parte, el ayuntamiento es el órgano político que representa, y rige, a nivel municipal, a los ciudadanos. Son dos entidades heterogéneas, pero que en el artículo se tienden a confundir, con lo que se oscurece quién es responsable de qué intervención dentro de la campaña. Creo que esta confusión refleja la creciente suplantación de las instituciones públicas por entes privados, o del tercer sector, que se atribuyen sus funciones.

Es relativamente común que instituciones no públicas se atribuyan la representación de sectores de la ciudadanía, equiparándose con las instituciones públicas. Éste es un fenómeno que podemos apreciar en asociaciones de enfermos, de consumidores, de colectivos minoritarios, e incluso en clubes deportivos. Aunque la iniciativa privada es útil tanto para movilizar la economía como para activar la participación ciudadana, es importante distinguir lo público de lo que no lo es. Esta distinción es especialmente importante cuando la titularidad pública de servicios esenciales está siendo cuestionada de forma creciente y sustituida por sistemas de concertación o de privatización.

Ya he planteado en este diario mi desconfianza hacia la estrategia consistente en designar días concretos para visibilizar causas, como la del reciclaje, que deben ser tenidas en cuenta de forma continua. Aunque pueda resultar efectivo desde el punto de vista del marketing, parece frívolo.

Desde el punto de vista de la protección ecológica, el reciclaje tiene una eficacia limitada. Necesitamos revisar todo el modelo económico-productivo y la focalización sobre el reciclaje puede servir como cortina de humo para desatender el resto. A pesar de ello, yo soy partidario de esforzarnos en reciclar porque cada granito de arena suma.

Uno de los elementos importantes del reciclaje es su capacidad de implicar a una ciudadanía que normalmente no puede participar directamente en la estrategia de producción energética o industrial, y movilizar su responsabilidad con la protección ecológica. Este valioso recurso debe ser manejado cuidadosamente, pues existe también el riesgo de que el reciclaje sea usado para blanquear conciencias, descuidando un abordaje más amplio del problema. La misma ambivalencia que encontrábamos en cuanto a la efectividad del reciclaje, se repite en la movilización ciudadana.

Llama la atención, en el lenguaje utilizado por la campaña publicitaria, el paralelismo que establece entre la separación de residuos y la separación conyugal. El mensaje parece presentar ambas separaciones como deseables, aprovechando el atractivo de una para promocionar la otra.

La deseabilidad de la separación conyugal depende del modelo social que queramos construir. Según nuestras circunstancias y objetivos, la ingeniería social puede buscar modelos diferentes.

Según la leyenda, San Valentín sufrió el martirio por oficiar casamientos cuando el emperador de Roma, Claudio II, lo había prohibido. El emperador pensaba que los hombres solteros constituían mejores soldados. Se puede promover la atomización social para conseguir soldados sin miedo a morir, quijotes valientes que luchen por la justicia, o trabajadores dispuestos a emigrar según los dictados del mercado.

Por otra parte, se puede pensar que unos ciudadanos ligados a otros por vínculos familiares, y al país por vínculos de propiedad, pueden proporcionar más estabilidad social al tener más que perder en aventuras bélicas o violentas. Creo que en las circunstancias actuales nos interesa promover la cohesión social, la vinculación entre las personas y la construcción de proyectos de futuro, aunque otros pueden discrepar con mi elección.

Volviendo a la campaña publicitaria, creo que sus autores no buscaban promover los divorcios, sino hacer un juego de palabras ocurrente, tal vez gracioso, que llamase la atención del lector, sin tener en cuenta las implicaciones sociales del mensaje que surgiera de ese juego. Cicerón (según lo describió Plutarco) hacía lo mismo. El gran orador romano aprovechaba cualquier ocasión de mostrar su habilidad verbal lanzando “zascas” que dejaban en evidencia a cualquiera que se pusiera por delante, amigo o enemigo. Cicerón fue un gran hombre, pero pienso que en esto se equivocaba.

En definitiva, creo que la campaña publicitaria mencionada promueve una buena causa, pero cae en ocurrencias poco pensadas que pueden no ser socialmente productivas. Además, su presentación en prensa evidencia una confusión entre lo público y lo privado que me parece peligrosa.