Artículo publicado en el número 36 de la revista del Centro Psicoanalítico de Madrid.
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La visión del psicoanálisis sobre la envidia es manifiestamente negativa. En su seminal trabajo “Envidia y Gratitud”, Melanie Klein la vincula con el desarrollo del psiquismo y la sitúa como uno de los factores más poderosos para su socavamiento, consideración que sigue teniendo vigencia hasta nuestros días. Klein considera que el núcleo originario a partir del cual se desarrolla el yo es “el objeto bueno primario, el pecho de la madre”, de modo que si el bebé introyecta este objeto con suficiente seguridad, le servirá como base para un desarrollo satisfactorio. El niño tiene experiencias contradictorias de la madre que varían desde un supuesto bienestar prenatal a las angustias persecutorias desencadenadas por la experiencia del parto. Estas experiencias son procesadas por el psiquismo incipiente del bebé mediante el uso de unas estructuras a priori, las fantasías originarias, que parten de los instintos y les dan forma psíquica. Son el contenido primario de los procesos mentales inconscientes, que inicialmente tienen la forma de sensaciones corporales para luego ir tomando formas más elaboradas como imágenes y representaciones dramáticas. Una característica importante de las fantasías es su omnipotencia, que lleva a que una sensación de dolor en la relación con la madre, al desencadenar una fantasía hostil, lleve a vivencias de aniquilación tanto de la madre como del propio psiquismo. Un mecanismo utilizado por el psiquismo incipiente para evitar esta aniquilación es la escisión. Al separar a la madre en una parte buena y otra mala, se puede preservar a la buena de las fantasías destructivas que se concentran en la mala y establecer una relación satisfactoria con la madre buena, o con una parte de ella, el pecho, que se puede introyectar y pasar a formar parte del sujeto, y a partir de ahí, poner en marcha el proceso de desarrollo basándose en una precaria situación de relación con un
objeto parcial desde un psiquismo escindido, dominado por las fantasías y con un contacto limitado con la realidad. Se sacrifica prácticamente todo para conseguir una piedra angular, un objeto bueno sobre el que construir. En este psiquismo tan primario, la envidia “contribuye a las dificultades del bebé en la estructuración de un objeto bueno, porque él siente que la gratificación de la que fue privado ha quedado retenida en el pecho que lo frustró”. Así, la envidia se dirige contra el pecho bueno a introyectar, contra el bastión inicial del psiquismo, en lo que se puede comparar a un torpedo bajo la línea de flotación. Klein considera que la envidia es constitucional. Llegados a este punto nos podemos plantear, ¿qué sentido tiene, desde un punto de vista evolutivo, la selección de un elemento constitucional dirigido a torpedear el psiquismo? No estamos hablando de la agresividad dirigida contra el objeto malo o utilizable como mecanismo competitivo sino de algo orientado a destruir cuanto de bueno hay en el sujeto o su entorno. El psicoanálisis comenzó estudiando mecanismos intrapsíquicos para abrirse posteriormente a un entorno bipersonal e incluso grupal. El cambio de entorno nos permite ver distintos mecanismos psíquicos o distintos aspectos del mismo mecanismo. Para justificar el sentido de la envidia, quisiera recurrir a un enfoque antropológico, a situaciones sociales complejas en las que se pueden apreciar aportaciones útiles de la envidia que tal vez compensen su destructividad en el origen del psiquismo. Service propone una jerarquía evolutiva de las estructuras sociales, partiendo de las más simples e igualitarias (bandas) y aumentando en tamaño poblacional, complejidad y desigualdad con las tribus, jefaturas y finalmente, los estados. Desde un punto de vista competitivo, el aumento de tamaño y la jerarquización resultan claramente beneficiosos, de modo que en el siglo XXI, los estados han arrinconado y prácticamente exterminado las formas más “primitivas” de organización. Sin embargo, resultan muy llamativos los mecanismos de las sociedades igualitarias para evitar la concentración de “valía” en algunos de sus miembros, en un proceso que entiendo derivado de la envidia. Aunque los ejemplos de la defensa de la sociedad igualitaria son innumerables, quisiera limitarme a citar a Samuel advirtiendo al pueblo de Israel contra la emergencia de una corona, a pesar de la necesidad percibida por el pueblo de tener un rey que les dirigiese en la guerra contra los pueblos vecinos, así como a otros dos ejemplos procedentes del mundo clásico (Atenas) y del registro etnográfico (los !Kung San). En el estudio de la Atenas clásica, tanto Heródoto en su Historia, como Plutarco, en sus vidas de Temístocles y Alcibíades nos muestran un funcionamiento relativamente igualitario (dentro de la clase de los hombres libres, no de la sociedad en su conjunto) donde predomina un ambiente de envidia y abundan los mecanismos dirigidos a evitar la emergencia de un líder, aún a costa de desaprovechar las cualidades de individuos excepcionales en momentos de crisis. Así, cuando Atenas tiene que enfrentarse al poderoso ejército persa en la batalla de Maratón no se encomienda al único de sus generales que conocía el modo de lucha de los persas (Miltíades) sino que utiliza un mando rotatorio diario entre diez generales. Cuando Miltíades, en el día que le toca el mando, vence a los persas no recibe agradecimientos y el desarrollo de una carrera política exitosa, sino que se ve relegado a la oscuridad. Sí nos habla Plutarco de la envidia de Temístocles por el éxito de Miltíades y de las intrigas de tanto Temístocles como Alcibíades para liderar a su pueblo frente a la oposición que se les levanta con cada éxito. Un mecanismo paradigmático de la resistencia a la emergencia del ciudadano valioso es el mecanismo del ostracismo, o destierro durante 10 años, que Atenas utilizó escasamente pero fundamentalmente centrado en sus ciudadanos más valiosos que podrían acumular poder político, no contra elementos antisociales. En contraste con la sociedad ateniense, vemos un clima diferente en la Roma del siglo I A.C. que nos describe Plutarco en Julio César, donde en una sociedad que se ha jerarquizado, ya no se aprecian tanto las envidias, sino el miedo al poderoso. Entre los !Kung San, pueblo africano de cazadores-recolectores ampliamente estudiado por la Antropología, encontramos una estructura de bandas formadas cada una por unos 35 individuos como máximo y múltiples mecanismos para defender la estructura igualitaria. Podemos apreciar múltiples redes de intercambio y reciprocidad entre bandas, como el “hxaro”, que lleva a que tras intercambiar unas flechas, el mérito de la caza ha de ser compartido entre el cazador y el que le dio la flecha. También resulta llamativo el escarnio al que se somete al buen cazador o a aquel que hace algo valioso. En palabras de uno de los !Kung San: “Sí, cuando un hombre joven
mata mucha carne, llega a pensar en sí mismo como un jefe u hombre grande y en el resto de nosotros como sus sirvientes o inferiores. No podemos aceptar esto, rechazamos al que presume, porque un día su orgullo le hará matar a alguien. Por eso siempre hablamos de su carne como despreciable. Así enfriamos su corazón y le hacemos amable.” (Traducido del inglés por A.S.B) Las palabras del !Kung San recuerdan al cambio anteriormente referido en el mundo clásico y a los peligros sociales en tiempos de Julio César. En definitiva, pagamos un precio muy alto por la envidia, tanto en el desarrollo del psiquismo como en el desarrollo social y el aprovechamiento de las capacidades de los individuos más talentosos. Sin embargo, viendo cómo la historia humana está llena de opresión y apreciando el rol que la envidia desempeña en prevenir esta opresión, tal vez debamos apreciar una contribución positiva de tan denostado fenómeno.
REFERENCIAS
• Anónimo. (2017) I Samuel en : La Biblia. Madrid: Conferencia Episcopal Española.
• Foulkes, S. H. (1990). The Group as a Whole. En: Brown, D. y Zinkin, L. (Eds). Psyche and Social World. Londres: Routledge.
• Harris, M. (1989) Our Kind. NY: Harper & Row.
• Heródoto. (2004). Historia. Madrid: Cátedra
• Isaacs, S. (1970). Naturaleza y Función de la Fantasía. En: Desarrollos en Psicoanálisis. Buenos Aires: Ediciones Hormé.
• Jay Gould, S. (2002). The Structure of Evolutionary Theory. Cambridge, Ma: Belknap.
• Klein, M. (1988). Notas sobre algunos mecanismos esquizoides. En: Obras Completas, vol. III. Barcelona: Paidós.
• Klein, M. (1989). El desarrollo temprano de la conciencia en el niño. En: Obras Completas, vol. I. Barcelona: Paidós.
• Klein, M. (1994). Sobre el desarrollo del funcionamiento mental. En: Obras Completas, vol. III. Barcelona: Paidós.
• Klein, M. (1994). Envidia y Gratitud. En: Obras Completas, vol. III. Barcelona: Paidós.
• Moreno Feliú, P. (2014). De lo lejano a lo próximo. Un viaje por la Antropología y sus encrucijadas. Madrid: Centro de estudios Ramón Areces.
• Plutarco. (2005). Vidas Paralelas. Alejandro-César, Pericles-Fabio Máximo, Alcibíades-Coriolano. Madrid: Cátedra.
• Plutarco. (1996). Vidas Paralelas vol II. Solón, Publícola, Temístocles, Pericles, Fabio Máximo. Madrid: Gredos.�
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