Artículo publicado en el número 34 de la revista del Centro Psicoanalítico de Madrid, en abril de 2018.
En la época Helenística, tanto el mundo griego como el judío desarrollaron la idea de un juicio final que determinaría el futuro del individuo humano más allá de la muerte: entre los griegos a través del alma platónica inmortal y entre los judíos mediante la resurrección del cuerpo físico (Renan,1971).
La idea del juicio final, a través del cristianismo, ha quedado firmemente arraigada a la conciencia de Occidente, representando un garante de justicia, una base para la moral al prometer recompensas para “los buenos” y castigos para “los malos” que muchas veces no se observan en esta vida.
A partir de la Ilustración, la extensión de puntos de vista materialistas y el proceso de laicificación de nuestra civilización han restado importancia a esta idea como base para la moral.
Nietzsche (2011) anuncia la desaparición de la moral cristiana como una liberación del individuo que podrá desplegar su “voluntad de poder”.
Freud (1974) trabaja para liberar al hombre de una moral impuesta (superyó) pero discrepa con Nietzsche en cuanto a la conveniencia de desplegar libremente las pulsiones (de poder, agresivas o sexuales, constitutivas del ello). En vez de eso, propone un desarrollo del yo para manejar tanto al ello como al superyó, en relación con la realidad externa, constituyendo un equilibrio inestable en el manejo continuo del conflicto que estas fuerzas provocan.
Esta propuesta para liberar al individuo mediante el psicoanálisis debería tener efectos beneficiosos para la humanidad facilitando un funcionamiento más racional y el logro de una mayor felicidad a distintos niveles. En términos de la escuela de Pichon-Rivière (Bauleo et al, 1990), los niveles en los que se debe ver este avance son el nivel individual, el grupal, el institucional y el comunitario.
El hecho de que la difusión del trabajo psicoanalítico haya quedado limitada fundamentalmente a “enfermos de salud mental” (y en la práctica, a una minoría de estos) impide comprobar si los resultados del psicoanálisis son aplicables a los distintos niveles de Pichon-Rivière. Salvo en una excepción: en Argentina la difusión del psicoanálisis ha resultado bastante amplia sin que ello parezca haber llevado a un funcionamiento excesivamente racional en el nivel colectivo (político).
El mismo Pichon-Rivière desarrolló el grupo operativo como un intento de abordar los niveles colectivos (sin despreciar los individuales) con un abordaje grupal, dadas las limitaciones del psicoanálisis individual para lograr este fin.
Por otra parte, en la Grecia clásica (y en la homérica) el juicio final que permitía la transcendencia o no, se basaba en la valoración realizada por la sociedad, y se canalizaba a través de la gloria y la fama, pudiendo un héroe sobrevivir durante siglos en la memoria de los que recuerden sus gestas (Homero, 1982). De manera análoga, en el mundo materialista actual, la transcendencia se puede buscar, siguiendo a Dawkins (1976), a través de los genes, pasando estos a las generaciones futuras. En ambos casos, la muerte es final para el individuo pero, dependiendo de sus actos individuales, puede quedar un resto de él en el entorno social.
Actualmente, la supervivencia de la especie humana (y por tanto de cualquier entorno social) está en cuestión. Problemas como el armamento atómico, el cambio climático, la contaminación, etc, pueden llevar a la extinción global del ser humano. Parece claro que la transcendencia de la especie (y tal vez la de los individuos a través de ella) va a depender fundamentalmente de acciones colectivas, más que de la intervención de individuos aislados. Para afrontar estos retos colectivos (juntos con otros más inmediatos cuya importancia pudiera parecer a veces mayor que la de la supervivencia de la especie), es necesario liberar no sólo al individuo, sino al funcionamiento grupal e institucional de sus rutinas ciegas y hábitos destructivos (designados como pulsión de muerte en la literatura psicoanalítica), de modo que se puedan realizar las tareas necesarias para resolver los problemas que nos afligen a todos.
En este trabajo sobre el colectivo, hay estrategias análogas a la del grupo operativo, como el grupoanálisis desarrollado por Bion (1980) y Foulkes (1991) o el psicodrama, y dentro de este, el psicodrama psicoanalítico desarrollado por Anzieu (Utrilla Robles, 1991).
Bion describe algunas de las dificultades de funcionamiento que afronta un grupo a la hora de enfrentarse a la angustia que provoca una tarea. Explica que la dinámica del grupo puede regirse según un supuesto básico de dependencia (adoptando una actitud pasiva y esperando a que el líder resuelva el problema), un supuesto básico de lucha-fuga (identificando enemigos a los que culpar de los problemas y centrándose en atacarlos o evitarlos dejando de lado la tarea) o de emparejamiento (esperando que la solución, o el solucionador, sean engendrados por una pareja). El trabajo del grupo bioniano consiste en analizar cómo el grupo asume el funcionamiento de grupo básico para que el grupo (y sus miembros a través de él) puedan volver a centrarse en la tarea.
Foulkes describe cómo los miembros del grupo desarrollan una red de relaciones entre ellos (la matriz del grupo) y van construyendo una cultura (hábitos, creencias y valores asumidos colectivamente como resultado de la historia del grupo). El trabajo del conductor del grupo consiste no sólo en analizar como en el grupo bioniano, sino en contener angustias y facilitar que el grupo se centre en la tarea.
El psicodrama, desde un punto de vista técnico, renuncia a circunscribir la expresión únicamente al terreno verbal y se apoya en la representación teatral para vehiculizar la comunicación y la intervención terapéutica. La salida del terreno verbal tiende a ser históricamente controvertida, apreciándose un paralelismo entre el rechazo de algunos sectores del psicoanálisis que la consideran una renuncia a la simbolización lingüística y el rechazo que, a partir del Levítico, judíos, musulmanes y sectores del protestantismo muestran hacia las imágenes como desvirtuadoras de la pureza de Dios. La escuela de psicodrama psicoanalítico reelabora lo expresado dramáticamente aprovechando los desarrollos del psicoanálisis.
Más allá de las dificultades de organización grupal descritas por los psicoterapeutas grupales y de las técnicas que ofrecen para abordarlas, quisiera resaltar otras dos: las derivadas de la desigualdad y de la confusión de objetivos.
Desde una perspectiva histórica, el desarrollo de importantes desigualdades sociales a partir del neolítico (Moreno Feliu, 2014) provoca conflictos internos, luchas de clases, en las sociedades que lastran su capacidad de afrontar tareas en común. En cualquier caso, las sociedades complejas, pese a verse lastradas por esta desigualdad, han sido capaces de desplazar y casi exterminar a las sociedades más simples e igualitarias y hoy en día los estados ocupan la casi totalidad de la superficie terrestre relegando a un papel marginal a organizaciones más simples como las bandas, tribus y jefaturas. El éxito de los estados, a pesar de su desigualdad, puede atribuirse a una estructura de liderazgo que permite coordinar a un gran número de personas y recursos.
Marx vincula las desigualdades sociales con el tipo de medios de producción que una sociedad utiliza y predice el cambio de la desigualdad del sistema capitalista por un sistema comunista igualitario que restaure el equilibrio social del paleolítico (Marx, 2008). Parece que la historia no ha seguido el camino predicho por Marx.
La historia y el análisis político ofrecen múltiples estrategias para manejar la pérdida de eficacia que la desigualdad provoca en una sociedad mientras se aprovechan las ventajas de una sociedad compleja, numerosa y coordinada. Sin entrar en un análisis comparativo de sistemas políticos, cabe destacar cómo Polibio (2000) elogiaba el sistema político de la república romana, a la que veía flexible como para aprovechar la homogeneización y eficacia de la monarquía a través de los cónsules, la reflexión de la oligarquía mediante el senado y el empuje del pueblo en la asamblea.
Desde la recreación mítica que Freud hace de la historia, la opresión del padre primitivo sobre la horda llevó a la revolución de estos para asesinarle estableciendo un sistema más igualitario en el que la eficacia coordinadora proporcionada por el padre es sustituida por la moral, que surge a partir de la culpa del asesinato cometido. Desde ese punto de partida, el psicoanálisis ha tratado de analizar la estructura social y la desigualdad para lograr un mejor manejo de las situaciones que provocan.
En cuanto a la otra dificultad que quería abordar, la confusión de objetivos, Maslow (1943) plantea una jerarquía de necesidades, comenzando por la supervivencia y avanzando hacia la reproducción, seguridad, etc. Maslow considera que normalmente, las necesidades más básicas se abordan primero y no se afrontan las superiores sin haber resuelto las primeras. En la práctica, estamos viendo cómo las necesidades de poder, atendidas por el armamento atómico, las de bienestar, abordadas por la industria contaminante, etc, acaban primando sobre la más básica de las necesidades, la de la supervivencia. Esta confusión de objetivos y prioridades necesita ser corregida urgentemente.
Sin tener pretensiones mesiánicas ni creer que la psicoterapia vaya a salvar el mundo, sí creo que los psicoanalistas tenemos la posibilidad, e incluso la responsabilidad, de aportar un granito de arena para que tanto los individuos como los grupos humanos sean más capaces de afrontar los retos que se nos presentan. A fin de cuentas, los temores apocalípticos hoy no proceden de revelaciones místicas sino de la observación directa de la realidad y la acción, a nivel colectivo, resulta imprescindible, por compleja y difícil que resulte.
Referencias
Bauleo, A., Duro J. C. y Vignale, R. (1990). La Concepción Operativa de Grupo. Madrid: Asociación Española de Neuropsiquiatría.
Bion, W. R. (1980). Experiencias en Grupos. Barcelona: Paidós.
Dawkins, R. (1976). The selfish gene. Oxford: Oxford University Press
Foulkes, S. H. (1991). Group Analytic Psychotherapy-Method and Principles. Londres: Karnac.
Freud, S. (1974). El porvenir de una ilusión. En Obras Completas Volumen 8. Madrid: Biblioteca Nueva.
Homero (1982). La Ilíada. Madrid: Gredos.
Marx, K. (2008). El Capital. Editors.
Maslow, A. (1943). A Theory of Human Motivation. Psychologycal Review.
Moreno Feliu, P. (2014). De lo lejano a lo próximo. Un viaje por la Antropología y sus encrucijadas.
Madrid: Editorial Universitaria Ramón Areces.
Comentarios recientes